lunes, 11 de abril de 2011

MÁS QUE INSTINTO...

     Ella estaba apoyada en el alféizar de la ventana contemplando la noche en todo su esplendor. La curvatura de su espalda hacía que sus pechos se aplastasen contra el frío mármol y sus caderas se alzasen en pompa provocativamente. Escuchó como alguien movía la manilla de la puerta y se deslizaba dentro de la habitación rápidamente, cerrando enseguida.
        No se volvió a mirar, a esas horas sólo su hermano podía ir a visitarla para compartir las anécdotas del día. Cual fue su sorpresa cuando escuchó esa voz, potente pero contenida a su espalda: - Katherine...-. No le dio tiempo a volverse, Antoine, se había colocado a su espalda, rodeándola con sus fuertes brazos y apoyándose sobre ella también en el alféizar. 
       Se sentía bloqueada, ella era tan pequeña y el tan grande, alto, musculoso, aquello era una encerrona. Odiaba como manipulaba todo su cuerpo con tan solo una palabra. Cada vez que sus ojos grises se posaban en ella, se sentía desnuda. Y esa melena negra y frondosa le incitaba a estirar sus dedos acariciándole la cabeza mientras separaba sus mechones lentamente. 

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